Fotos seleccionadas de entre las múltiples descubiertas en mercadillos de segunda mano a lo largo de una década por Robert Flynn Johnson, conservador jefe de la Fundación Achembach para las Artes Gráficas de San Francisco. O como él mismo dice, imágenes que, al ser tocadas por su mano, han pasado de basura a tesoro visual.
Todas ellas son fotos en blanco y negro, muchas centenarias, algunas retratos familiares, otras industriales, forenses, de espectáculos, e incluso un puñado fueron hechas con intención artística. Pero el rasgo que las une es la ausencia de información sobre su autor, la inexistencia de un contexto. Johnson lo explica: "Lo que la foto anónima no puede ni podrá nunca revelarnos es por qué tal sujeto, en tal momento, quedó elegido para ser captado y congelado visualmente como una mosca en el ámbar fósil. La motivación no explicada es el misterio que recorre esas fotografías".
En efecto, cada foto es un enigma. Como no hay datos del autor o del retratado, la tendencia natural del ojo que mira es intentar encajar la imagen en un desarrollo, lo que el escritor William Boyd llama en la introducción una novela o un cuento: ¿qué hace el hombre del sombrero tejano y el traje oscuro en medio del campo cultivado ? ¿por qué salta ese otro hombre de una altísima columna de roca a otra? ¿La alcanzó o cayó al abismo?
La fotografía, esa manera de intuir y atrapar el instante, es para mí una forma frágil de contar historias. el tiempo ,que todo lo vuelve polvo, queda suspendido por el ojo hábil del fotógrafo que convierte lo pasajero y efímero en un documento si no histórico, sí como quien hace una marquita en la ruina de la historia, como pensaba Walter Benjamin, una muesca en la memoria. Johnson, el recolector de esta colección de imágenes increíbles ha puesto en juego para nosotros cuadros que suscitan pensamientos. Imágenes paradójicas que, al carecer no de tiempo sino de autor, quedan como trozos de sueño en los que quien mira se ve de alguna forma compelido al estupor de unmemento; fragmento de situación que sacado de contexto reproduce por sí solo toda el acontecimiento en que se vio generado.
Fotos de niños, animales y momentos irrepetibles; pero que le preguntan a uno qué tenía en mente el autor. Obras maestras intrascendentes donde la firma es la imágen misma, recogidas poco a poco del olvido en anticuarios y mercados de rastrillo en cualquier parte de el mundo, forman esta misteriosa colección que no dejará de cuestionar al observador.
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