Josef Sudek es uno de los fotógrafos checos más destacados y apreciados. Sus obras están llenas de poesía y ternura en blanco y negro. El artista amaba la fotografía y su plena dedicación a ella está presente en cada una de sus imágenes.
Si no hubiera sido por el accidente en el cual perdió el brazo derecho, tal vez no habría dejado su empleo de encuadernador y no se habría dedicado plenamente a la fotografía.
Aunque la historia no conoce especulaciones, es cierto que Josef Sudek, con sólo un brazo, se convirtió en uno de los más destacados fotógrafos checos. Sus fotografías esconden encanto, muchas de ellas parecen ser imágenes de un sueño mágico.
Josef Sudek nació el 17 de marzo de 1896 en Kolín, en Bohemia central. Su padre, quien se dedicaba a la pintura decorativa, murió cuando Josef tenía sólo tres años. A sus 15 años, el joven Sudek se fue a Praga a aprender el oficio de encuadernador, pero al mismo tiempo ya comenzaba a interesarse por la fotografía.
Dos años trabajó en Nymburk, cerca de su ciudad natal, más tarde, en julio de 1916, fue alistado en el ejército. Tampoco en el frente italiano abandonó su afición y continuó dedicándose a la fotografía.
En 1917 fue herido en una explosión de granada y perdió el brazo derecho. A raíz de ese hecho, y como no podía seguir en su oficio de encuadernador, se concentró completamente en la fotografía, que hasta entonces era sólo un pasatiempo.
En los años '20 fue miembro del Círculo de Aficionados de la Fotografía de Praga. Allí conoció la obra del americano Clarence H. White y de otros fotógrafos de la época. Entre 1922 y 1924 estudió en la escuela gráfica en el taller del profesor Karel Novák. Conoció diversos estilos de trabajo y tendencias del mundo de la fotografía, pero tomó su propio camino.
En 1924 comenzó a realizar una serie de fotos de veteranos de la Primera Guerra Mundial y estuvo en ello hasta 1927. En sus imágenes, las figuras de sus compañeros ex combatientes adquirían un aspecto de fantasmas perdidos entre la luz y la sombra.
En 1927 se instaló en su nuevo atelier "en el jardín", en Malá Strana, en el centro de Praga. Allí trabajó hasta su muerte en el año 1976.
"El jardincito mágico, era de verdad un jardín mágico, dónde me sentía en casa y donde estaba muy a gusto."
Sudek siempre utilizaba cámaras de gran formato, de hasta 30 x 40 cms. Su preferida era una vieja Kodak Panoramic de más de 50 años. Sus contemporáneos recuerdan su típica figura cubierta por un ancho capote negro, con el trípode de madera apoyado sobre su espalda.
Así salía a las calles para descubrir nuevos temas. Y le llamaban el "caminador de Praga". Debido a su desventaja física, empleaba aprendices, quienes le ayudaban sobre todo cuando salía a sacar fotos de paisaje.
La temática de Sudek es muy amplia. Durante su carrera se dedicó a hacer retratos, fotografías de paisajes y ciudades, publicitarias y de objetos de uso diario.
"Ésta era en su tiempo una lámpara para ocasiones especiales, y se relacionan muchas memorias a ella," comenta Sudek una de sus obras.
Según Sudek, los objetos vivían sus propias vidas y con mucho gusto contaba que cuando los niños duermen, los objetos se despiertan para arreglar sus cosas en el hogar.
A través de sus fotografías contaba la historia de estos objetos, lo sucedido a ellos y al mismo tiempo les rendía homenaje. Fotografiando los objetos que pertenecían a sus amigos, se acordaba de las personas queridas y sus costumbres.
"La fotografía es rara, no debe desvelar mucho, tiene que dar pistas. No sé cómo es en otras artes, pero en la fotografía es así, que ella debe aludir y los que la miran deben imaginarse algo detrás de ella."
Sacaba series de fotos de diferentes objetos desde cada ángulo y desde todas las perspectivas. Quería descubrir cada aspecto de estos compañeros de la vida cotidiana.
A partir del inicio de la Segunda Guerra Mundial, se le limitaron las posibilidades a trabajar fuera del estudio. Entonces sacaba series de fotografías a través de una pequeña ventana de su estudio en Ujezd. Las llamaba la serie del jardín mágico.
A lo largo de decenas de años se fijaba en los más diminutos detalles de las diferentes estaciones del año y de las diferentes horas del día. Las fotografías de la ventana escondida con el velo de escarcha están llenas de poesía y ternura.
"El jardín mágico, ah esta es la del encaje. Espero que me haya salido bien el encaje. No lo sé." Así Josef Sudek describió una de sus fotografías.
Sudek era un fotógrafo muy paciente, era capaz de esperar hasta 15 minutos para realizar una toma. Usaba este método de exposición larga sobre todo en la naturaleza, amaba los árboles viejos. Los llamaba los gigantes durmientes e intentaba de humanizar su aspecto.
Sudek amaba también la música clásica. Tenía una gran colección de discos, cada martes invitaba a sus amigos y a sus colegas artistas a su estudio y organizaba sesiones musicales privadas.
"Cada vez tengo a otro señor en mi cabeza, claro. Pero la música siempre me da inspiración. No sé cómo funciona, pero es así. Escucho música y después veo una cosa y de repente me doy cuenta, que la estoy viendo dos años, pero sólo en el momento sé que si hago una foto, tendrá algo que decir."
Era un personaje profundo en todo lo que hacía. Quería conocer el último detalle de las circunstancias de la creación de la música de Leos Janácek, uno de sus compositores favoritos. Realizó un documental con fotografías sobre Hukvaldy, la ciudad natal del músico.
"Él se dedicaba a la música sinceramente. No le importaba lo que decía la gente. Si hubiera pretendido algo, se le habría reconocido. Si uno no hace algo con sinceridad, se le nota. Esto vale también para otras artes, para la escultura, la pintura, y también la fotografía, claro."
Josef Sudek murió en 1976, a los 80 años, y dejó un vasto archivo de negativos y fotografías reveladas. En su estudio se quedó a vivir su hermana, quien a raíz de su edad no consiguió mantener bien la casa y el jardín, y se deterioraron rápidamente. Después, la construcción de madera se incendió y fueron destruidos numerosos documentos irrecuperables.
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