Edward Henry Weston



La fotografía según Edward Weston (1886 -1958 EE.UU)

Cada medio de expresión impone sus propios limites al artista, limites que son inherentes a los utensilios, materiales o al proceso mismo que utiliza. En las formas de arte mas antiguas estos confines naturales están tan bien establecidos que se dan por supuestos. Escogemos música o danza, escultura o escritura porque sentimos que, dentro de sus limites, es el medio mas adecuado para expresar lo que queremos comunicar. 


Sus inicios en el mundo de la fotografía se remontan a su adolescencia, cuando a los dieciséis años le dedicaba los ratos libres que le dejaban sus trabajos de repartidor y vendedor, con una cámara regalo de su padre. Su primer estudio lo abrió en 1901, especializándose en la realización de retratos infantiles, aunque también trabajó de forma ambulante, ofreciendo sus servicios puerta a puerta. Entre 1908 y 1911 fue alumno del Colegio de Fotografía de Illinois, mientras trabajaba en los veranos como pintor, retocador y experto en iluminación y poses en los estudios fotográficos de California. Durante 11 años, hasta 1922, tuvo su propio estudio en Trópico, California. Su fama en esos primeros momentos se basó en la realización de retratos con foco suave y en gamas altas, que le dieron premios profesionales y fama internacional, dentro de una estética que estaba en la línea del pictorialismo (tendencia que basaba su éxito en su proximidad formal -compositiva, de iluminación- a la pintura). Al tiempo, empezó a publicar con regularidad en publicaciones especializadas como American Photography, Photo Era y Photo Miniature. En 1915 conoció aMargaret Mather, la fotógrafa que se convertiría en su asistente durante esos años y a la que él calificó como "la primera mujer importante de mi vida".
 En 1922, en un viaje a Nueva York, estableció contacto con Alfred Stieglitz, Paul Strand, Charles Sheeler y Georgia O'Keefe. Una visita a una planta de aceros (ARMCO Steel Plant, Ohio) realizada ese mismo año, supone un punto de no retorno en su carrera. Sus fotografías industriales eran imágenes directas, sin pretensiones estéticas y muy cercanas al detalle.
Al año siguiente, viaja a México con su discípula, modelo y amante Tina Modotti. Allí abre un estudio fotográfico en México D.F. y se relaciona con los principales artistas del país: los muralistas Orozco, Siqueiros y Diego Rivera. Dejó como discípulo suyo a Manuel Álvarez Bravo (1902-2002). Tras este paso por México culminó su alejamiento de la estética pictorialista, y empezó a explorar los recursos que el medio fotográfico le brindaba. Nuevos temas son recogidos por su cámara: dunas, desnudos, conchas marinas, vegetales y objetos cotidianos ocupan ahora un lugar central en su obra. Se trata de sus fotografías más conocidas, que a la vez marcan su alejamiento de la fotografía comercial de entonces. La preparación de las imágenes aumenta, al tiempo que perfecciona el uso de la profundidad de campo, convirtiendo sus fotografías en visiones objetivas y lo más simples posible. En 1923 también comenzó la redacción de sus "Diarios", que documentaron su vida y evolución profesional hasta 1934.
 Su regreso a California, en 1927, marcó también su acercamiento a planteamientos próximos a la abstracción formal, gracias al uso de nuevos ángulos de visión -tomados de la macrofotografía-, aunque sin abandonar un estilo basado en la captación de un documento gráfico directo.
 A partir de ese momento, empezó su activismo teórico: primero, organizando junto a Edward Steichen (1879-1973) la sección estadounidense de la exposición Film und Foto (Stuttgart, 1929), luego, participando en la creación del grupo f/64 (1932) o publicando el libro The Art of Edward Weston, donde exponía los resultados de su trabajo usando diafragmas lo más reducidos posible.
 Sus siguientes proyectos fueron viajeros: el primero, para el Proyecto Federal Arts WPA en Nuevo México y California (1933), y el segundo, como beneficiario de una beca del Museo Guggenheim para documentar la vida en el este y sureste de Estados Unidos (1937). Con parte de las fotografías realizadas en este último viaje ilustró la edición de 1941 de Hojas de Hierba, del poeta Walt Whitman.
 Su evolución estética y teórica quedó reflejada en varios textos y publicaciones, en los que plasmó con claridad su posición con respecto a su arte. En el documento de 1943, Viendo fotográficamente, Edward Weston plantea la indefinición que por aquel entonces aún aquejaba al medio fotográfico en tanto que medio creativo, y que venía dado por una comparación constante con la pintura, arte con el que había competido desde su nacimiento. Constató que la naturaleza mecánica del proceso fotográfico había sido el principal impedimento para otorgar consideración artística propia y especial a este nuevo arte, y que dos de sus principales características: "(...) la sorprendente precisión de definición, especialmente al registrar los pequeños detalles; y segundo, la secuencia ininterrumpida de la sutil gradación desde el blanco al negro. (...) son propias de la mecánica del proceso y no pueden ser imitadas por ningún trabajo manual." La tensión y luminosidad de la imagen resultante -que sólo puede preservarse si las copias se hacen en papel brillante-, obligan al fotógrafo a "ver fotográficamente" y a conocer a fondo los recursos de su cámara y de los procesos de revelado y positivado, considerándolos como un todo cuyo conocimiento es necesario para la creación gráfica. Preconizando la máxima sencillez en el uso del equipo fotográfico, y la independencia estética de cualquier fórmula establecida, Weston dice del fotógrafo: "(...)Sólo entonces es realmente libre para utilizar su visión fotográfica en el descubrimiento de la esencia del mundo en el que vive."
 La publicación del libro My Camera on Point Lobos (1950), plasma la depuración progresiva de su estilo, ya teñido de misterio por el uso que hace en este momento de los encuadres y la luz.
 Frente al nacimiento de la fotografía en color, siempre defendió la diferencia de medios y objetivos estéticos con respecto al blanco y negro, aceptando la validez de ambos medios fotográficos: "No pueden en absoluto hacerse la competencia".
 La aparición de la enfermedad de Parkinson motivó su alejamiento del trabajo directo, pero no le impidió supervisar los positivados de su obra realizados por sus hijos y publicados en un porfolio "Cincuenta Aniversario" en 1952. En esos años previos a su muerte, fue homenajeado y premiado tanto dentro como fuera de Estados Unidos.
































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